Una joven secuestrada de la Tierra y en un planeta extraño es perseguida por distintos seres con diferentes intenciones cada uno. ¿En quién podrá confiar? ¿Quién podrá ser su aliado? ¿Quién podría ser su amigo? Sola en un mundo desconocido sólo podrá correr y escapar.
¿Cómo es recobrar la conciencia en un planeta extraño; que de a poco tu mente se vaya amoldando a nuevas y extravagantes situaciones que te tocan vivir, sin por ello caer en la locura? Eso es lo que le sucedió a Vitala, una muchacha secuestrada de la Tierra y llevada a un planeta lejano en donde varios cyborgs distintos se la disputarán una y otra vez con diferentes intenciones cada uno. Atrapada y sola en ese planeta, Vitala tendrá que correr y escapar, si quiere seguir viva, intacta o libre.
Una aventura de ciencia ficción con seres mezcla de carne y máquina; una colección de personajes a los cuales no será difícil apreciar; un viaje colorido en donde el lector asistirá a las aventuras y peripecias de una jovencita inexperta (y atolondrada en ocasiones) que va de un lugar a otro las más de las veces en contra de su voluntad.

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"Y espero (principalmente) que te encariñes aunque sea con un personaje y que lo adoptes en tu alma en lo que dure tu lectura."

sábado, 29 de diciembre de 2012

El Expediente Errante




El Expediente Errante

Cuenta la leyenda que, desde hace muchos años, circula por el Edificio de Oficinas un expediente errante. Desde que fue abierto jamás se detuvo. Puede dormir algún tiempo en alguna oficina, pero tarde o temprano vuelve a circular. (Y ha pasado ya por todas las oficinas del Edificio y en cada una de ellas el Expediente ha sido trabajado.) No se sabe si es de un Oficinista, de un Prestador o de un Proveedor. Y se le llama Expediente cuando bien podría ser una Actuación. Ni siquiera es recordado con certeza su número. Lo cierto es que quien lo abrió, hace mucho ya que entró en los abismos del tiempo.
Algunos teóricos han lanzado suposiciones acerca del Expediente Errante:

        No lo abras en la foja 78 porque te sobrevendrá una desgracia.
        Quien lo abra en la foja 13 morirá.
        Quien presione los troqueles de la foja 32 en determinada secuencia especial se verá a sí mismo tal como es.
        Aquel que abra el Expediente en la foja 101 reirá con inmensa alegría  y llorará con inmensa tristeza.
        El que vea la firma que figura al final de la nota de la foja 2.331 lo olvidará todo de su existencia.

Otros teóricos son más prosaicos, demasiado prosaicos:

        Quien abra el Expediente en la foja 14, lo recorra y lo cierre en la 523 enfermará de gripe.
        Aquel que doble la foja 50 ó la foja 214 le perderá una canilla o se le vencerá una boleta.
        Quien vea la foja 320 en un día de lluvia olvidará algo en un supermercado chino.
        El que desenrolle una tira de sumas abrochada en la foja 231 tendrá un empacho.
        El que toque la factura de la foja 723 perderá el colectivo.

El problema es que no conocemos al Expediente.
Y, si hemos de dar crédito a los teóricos, todos tuvimos una desgracia alguna vez; todos moriremos algún día; todos tenemos una idea más o menos acertada de cómo somos nosotros mismos (aunque sea un poquito e inconscientemente); todos hemos llorado y hemos reído abundantemente alguna vez; y todos también nos hemos olvidado de algo.
Por otro lado todos también tuvimos gripe; todos tuvimos problemas con la grifería en casa o se nos venció una boleta y la tuvimos que pagar con recargo; todos hemos olvidado aunque sea una vez en la vida algo en un “chino”; a todos se nos atravesó algo en la barriga; y a todos alguna vez el colectivo siguió de largo sin pararnos.
Mi teoría es que, tal vez, todos hemos tenido ya, aunque sea un momento, al Expediente Errante en nuestras manos.

Caramba, yo también ya me convertí en uno de esos teóricos del Expediente Errante.
Es tarde. Mejor me voy a dormir.