Hola, muy buenas tardes. Hace unos cuántos años conocí a un médico clínico llamado Rodio Raíces. Y durante cierto tiempo él fue mi médico de cabecera. Él era (es) una persona de muchísimas inquietudes culturales. Autor de libros de poesía y de una "Breve Historia del Hospital Rivadavia" del cual él fue el Fundador de su Museo Histórico, amén de haber ejercido como médico allí durante muchos años. Recuerdo largas charlas en su consultorio y nunca olvidaré, como ejemplo para demostrar su amplia cultura, un comentario que hizo como al pasar una tarde que estábamos hablando de teología, y él dijo: "Sí, una de las diferencias que había en esa época con la Iglesia de Oriente es el tema del Espíritu Santo" (refiriéndose a la controversia del
filioque que supo haber en determinado momento de la Iglesia Católica con la Iglesia de Oriente en lo que respecta a la persona del Espíritu Santo, en donde la Iglesia Católica sostiene que proviene "del Padre
y del Hijo"
-filioque: "y del Hijo" en latín
-, como de un único Principio; y la Iglesia de Oriente sostiene que el Espíritu Santo proviene "del Padre
por el Hijo"). Ése sólo ejemplo me basta para demostrar a un médico de rica cultura que no sólo sabe lo concerniente a su profesión sino más.
Y aquí, en este blog, de vez en cuando trataré de ir publicando cosas suyas que muy gentilmente me alcanzó un buen día en un par de CD's.
Hoy quisiera regalarles a Ustedes la dedicatoria con la cual el Dr. Raíces da inicio a su "Breve Historia del Hospital Rivadavia", la cual me parece sencilla, exquisita y bella. Bueno, los dejo y que lo disfruten. Hasta luego.
ESTE LIBRO ESTÁ DEDICADO...
a las madres que pujaron por la vida,
a los niños que recibieron la luz,
a los enfermos que conocieron la hiel,
a los cirujanos que empuñaron la espada,
a los clínicos que ofrecieron la copa,
a los especialistas que asieron la lupa,
a los investigadores que evaporaron el misterio,
a las enfermeras que enjugaron la pena,
a las religiosas que alivianaron la cruz,
a los amigos que sirvieron de estaca,
a los que olvidaron el reloj,
a los que trajeron el grano,
a los que llevaron la semilla,
a los que pregunté y respondieron,
a los enamorados de la Medicina,
a los amantes de la Historia,
a los devotos de la Caridad,
y
a los que saben de las batallas sin clarines,
de las derrotas sin lágrimas,
y de las victorias sin gloria.